Esther Cañadas ha sido una de las supermodelos españolas con más proyección internacional. A finales de los años 90 y durante los 00, Esther desfiló para los diseñadores más prestigiosos del mundo, protagonizó campañas tan importantes como las de DKNY junto al que fue su novio Mark Vanderloo.
La modelo concedió una entrevista ayer a María Casado en ‘Las Tres Puertas’ y narró cómo ha sido su carrera, con sus momentos más altos pero también recordando los más bajos. Uno de los puntos más llamativos fue cuando se tomó un momento para hablar de su dieta.
“A mí las puertas se me cerraban todas. Pasé mucho tiempo comiendo arroz blanco, muchos años sentada en la cocina, mirando facturas y diciendo ‘¿qué hago aquí’?”
Hay que recordar que Esther desapareció del panorama de las pasarelas durante un tiempo y cuando reapareció la prensa se quedó sorprendida por el cambio de su figura. Ya no era la modelo delgadísima que protagonizaba campañas, era una mujer con unos kilos de más.
“Llegó un momento en el que ya había mucha información sobre mí por el trabajo y siempre me ha gustado tener separada la profesión de la vida personal” reflexionó para explicar su distanciamiento del foco mediático. Una fama que le llegó muy pronto:
“Empecé con 15 años en mi profesión. Los primeros años fueron muy complicados, me costó mucho llegar porque no encajaba con las supermodelos. Vivía en otros países sola, viajaba sola en una época muy distinta a ahora que hay redes, whatsapp, ahora todo el mundo viaja… antes era mucho más duro”
El éxito le llegó siendo joven y al madurar cambiaron sus prioridades: “Iba luchando por mi sueño, lo iba consiguiendo, hasta lo superé pero llegó un punto en que no había parado. Que vivía demasiado rápido. En una vida hay muchas vidas pero sentía que no quería estar solo en esa vida. Aunque me siento una afortunada por trabajar en la moda, algo que me fascinaba, pero quería buscar otras cosas que también me llenaran”.
Cosas como una fecha que era sagrada en sus contratos: “Siempre subrayaba que el día del cumpleaños de mi abuela, daba igual donde estuviera, tenía que estar en casa. No había discusión. Yo era muy responsable con mi trabajo pero el dia del cumpleaños de mi abuela era sagrado”.
Por esa razón quiso poner freno a su carrera: “Es cierto que he vivido muchísimo pero no había vivido otras cosas. Me daban envidia cosas básicas y normales que no podía hacer, como un sábado ir a tomar churros con la familia. Aproveché para hacer cosas que no había hecho por falta de tiempo como sacarme el carnet de conducir”, aseguró.
«Ya no era la modelo delgadísima que protagonizaba campañas, era una mujer con unos kilos de más»
