Quantcast
Síguenos, Marijose

Hombres

La potencia mallorquina de Rafa Nadal

Nadal recibió a Bertín Osborne en su Manacor natal. Recostado primero en un sofá situado en la pista principal de la Rafa Nadal Academy, y más tarde en una cocina y en un comedor, el ganador de 20 Grand Slams repasó su vida personal y deportiva.

Antes, el presentador fue atendido por la hermana (menor) del tenista, Maribel Nadal, quien le mostró los entresijos de la espectacular escuela de tenis y del no menos impactante Rafa Nadal Museum Xperience.

La infancia, los inicios

«Era una persona muy tímida de niño. Lo sigo siendo, pero el haber vivido tantas cosas, y el viajar, te quita un poco la timidez… Y era obediente», recordó su infancia.

Su padre tenía «una empresa de cristales» en la que trabajaba de sol a sol, «muchísimas horas». Su madre poseía una perfumería y, tras los partos (dos, el de Rafa y el de Maribel), se dedicó a los hijos; ahora es la directora de la Fundación Rafael Nadal.

La afición por el deporte le viene de familia. Su tío Miguel Ángel jugó tres Mundiales de fútbol. «En mi casa eran todos del Madrid. Mi tío se fue al Barça y la familia se hizo del Barça. Y cuando se fue, algunos se quedaron siendo del Barça. Y otros volvimos al Madrid».

La querencia por el tenis le vino por su tío, Toni Nadal. «Llevaba el club de tenis de Manacor». «Yo de pequeño me divertía más jugando al fútbol. El tenis es un poco más solitario. Me ponía mucho más nervioso jugando al fútbol que a tenis», rememoró. «Desde los 6 ó 7 años, él tenía el objetivo de convertirme en un profesional», elogió al que fue su entrenador desde los inicios hasta 2017.

«Mi tío era una persona muy exigente, y gracias a él he ido superando las dificultades que he tenido todos estos años. Me apretaba tenísticamente y emocionalmente. Pasé momentos difíciles». «¿De qué época estás hablando?», le preguntó el presentador. «Desde los 8 hasta los 18», encuadró Rafa.

Bertín Osborne también le preguntó cuándo se convirtió en algo más que un hobby la que lleva años siendo su profesión. «Para mí siempre ha sido serio», dijo sobre el tenis.

«No me acuerdo ya de jugar sin dolor. Pero siempre se ha encontrado el camino adelante para seguir adelante», respondió quitando hierro a sus constantes y numerosas dolencias.

Habló de lesiones, pero no le gustó recrearse en el asunto. «He tenido cosas, pero intento no quejarme nunca, porque las cosas me han ido de una manera que nunca hubiese podido soñar».

Eso sí, se detuvo en 2005, más por insistencia de Bertín que por voluntad del tenista. Fue muy duro aquel año. Acudió a diferentes médicos y algunos le dijeron que seguramente no pudiese volver a jugar a una intensidad alta… Y solo tenía 19 años. Hasta que dio en Madrid con el doctor Maceiras, que estaba estudiando la enfermedad que sufría en el pie izquierdo, que se llama Müller-Weis y es una lesión degenerativa que debilita el hueso y la articulación escafoidea.

El diagnóstico lo hundió, pero con él llegó el remedio: «Me dejó por los suelos durante dos horas, pero me dio la solución». La solución fue una plantilla especial, «y muy agresiva». Al principio la usaba, pero ya hace tiempo que no. «El pie no cabía en el zapato con esa plantilla», apuntó. Cree que ese complemento salvó entonces su carrera, pero produjo secuelas. El cuerpo se le desequilibró: «Rodillas, cadera, espalda… Muchas cosas fueron sucediendo».

El reciente confinamiento afectó a su cuerpo. «Le vino bien a la rodilla. Pero, con el parón, el pie se me quedó destrozado. Iba a entrenar una hora y no podía moverme». Pero fue a médicos en Barcelona, en el torneo de Roma tuvo buenas sensaciones y en Roland Garros arrolló. Por cierto, contó que ignoraba totalmente lo que dijo el entrenador de Djokovic antes de la final («Nadal no tiene posibilidades»). «No acostumbro a leer en los torneos. Si lo hubiese leído, no hubiese jugado más motivado», apuntó el manacorí.

«¿Te diviertes jugando?», planteó el presentador. Dudó el entrevistado. «A veces, sí; a veces, no. Me gusta competir. Cuando no tengo muchos dolores y me siento bien, me divierto». Con los años ha aprendido a vivir más relajado: «Me divierto ahora más entrenando que once años atrás».

Su mujer Mery es la directora de la Fundación Rafa Nadal, que promueve proyectos para combatir la exclusión social a través de la educación y el deporte. «En el confinamiento, ella por lo menos tenía su jornada de trabajo en la fundación, pero yo no podía hacer nada».

Planean tener hijos: «Yo pensaba: ‘Ya cuando me retire’. Porque, claro, pensaba que a los 30 estará ‘kaput’. Pero se ha ido alargando el tema». pero la voluntad está ahí: ‘Me encantan los niños’«.

Bertín y Nadal compartieron comida con tres grandes amigos del tenista (Miguel ÁngelMiguel y Joan), junto a los que recordó anécdotas de su infancia, su adolescencia y su boda. Del menú se hizo cargo el tenista: gallo frito y gambas a la plancha. Durante la presentación, vimos una imagen insólita: Rafa levantando una copa… de vino.

Fue durante la preparación de los platos cuando comentó sus excepciones culinarias. «Casi no como carne. Antes me encantaba, pero ya no. Me cuesta tragarla». «No como queso. Soy un hombre aburrido».

En el momento comida, Nadal exaltó el valor de la amistad: «Me he esforzado mucho para ser un profesional de tenis, pero al mismo tiempo no me he perdido cosas que son importantes en la vida. He hecho todo lo que han hecho mis amigos. Menos, pero lo he hecho todo». «Desde los 3, 4, 5 años tengo los mismos amigos», afirmó.

Síguenos