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Mujeres que van a ver al Papa

Mujeres que van a ver al Papa

Me confesó un día Manolo Blahnik (no estoy seguro si me lo confesó o es que lo leí en alguna parte) que su secreto para mantenerse a flote era la frivolidad. Recuerdo perfectamente sus palabras: “Con la que está cayendo, sólo nos queda una salida: ser rabiosamente frívolos”. Quizá por ello, he preferido detenerme en la parte frívola de la no “entronización” del Papa Francisco. Si a la religión no le das una pizca de gracia se convierte en un tostón. Lo del Papa pobre y todas esas cosas están muy bien, pero una vez interiorizadas, yo tengo que pasar a otra cosa. Porque seamos sinceros: si Paris Hilton fuera aburrida nadie saldría con ella. Lo mismo pasa con el catolicismo. Aquí dejo mi sugerencia. Hay que alegrar un poco el cotarro, porque para amargarnos ya tenemos a los políticos. Así que los curas, a otra cosa.

Confieso que (vuelvo a utilizar el verbo confesar) cuando estamos entrando en fiestas de guardar siento debilidad por el fenómeno “Mujeres que…”. No creo que sea una muestra de humor inteligente, pero al menos es analítico, porque nace de la observación de los comportamientos sociales de las mujeres, que para muchos hombres son un misterio. No es mi caso, que soy machista, pero al estilo Carmina Ordónez, ya me entiendes.


En esta mi crónica de “Mujeres que van a ver al Papa” existen tres mujeres que merecen especial mención y que anulan por completo a todas las demás. Ellas son Cristina F. de Kirchner, Letizia de España y el Kaiser alemán, nacida Angela Merkel. Por las tres siento una extraña atracción, cada una en su estilo y con su temperamento, pero son, sin ninguna duda, tres mujeres fascinantes. Desde que Lucrecia Borgia dejara el Vaticano, nunca tres féminas causaron tanta sensación en el lugar y así lo demostraron el pasado martes.

De todas, la más loca es la presidenta Argentina. Tuvo el honor de ser la primera jefa de estado en ser recibida por el Sumo Pontífice, y como la primera lleva la delantera, la chica no quiso perder la oportunidad de llamar nuestra atención. Podría pasarme horas narrando su estilismo pero he preferido detenerme en su maquillaje. A Cristina alguien le habrá dicho que lo clásico nunca pasa de moda y ella, alumna aplicada, decidió inspirarse en Bette Davis en ¿Qué fue de Baby Jane?. ¡Toma clásico! Nunca vi nadie tan mal pintado. Ni Bette en uno de sus papeles memorables, ni Marujita Díaz tras una juerga flamenca de las suyas. Cristina se pasa con el presupuesto en «potinguis». No hace falta ser muy listo para darse cuenta que esta mujer, y toda su nación, gastan más (en maquillaje) de lo que ingresan. Antes de que termine el 2013, corralito en Argentina. Ya veréis como frivolizando os digo las verdades.

La segunda gran mujer que pisó ayer la plaza de San Pedro fue Letizia de España. Aunque las catatuas se empeñan en tacharla de distante y poco sonriente, nuestra princesa estuvo a la altura. Maravillosa. La mejor Letizia desde la Eurocopa. Estuvo risueña entre sus iguales (Máxima, Charlene y cia), y charlatana con los hombres de Dios. Principalmente con el Papa Francisco, que parece caerle bastante bien. Un Papa argentino era todo lo que necesitaba Letizia para sentirse como en casa y poder vender la marca Hispania, porque para alguien tan inmenso como ella, España se le queda corta. Y tiene razón. Nuestra patria es mala madre y buena madrasta. Para las otras todo son buenas palabras, pero para la nuestra, que es casi perfecta, le damos hasta en el carnet de identidad. Todos tenemos nuestras debilidades y puede que la mía sea Letizia. A mí me gusta la princesa cuando habla, cuando interrumpe y cuando se atropella. Ayer lo hizo todo ante el buenazo de Francisco. Habló más ella que Felipe. Kate Middleton no lo hubiera hecho mejor, entre otras cosas porque es anglicana y para que engañarnos, un poco hereje.

Y para terminar, el plato fuerte del día: Angela Merkel. Dicen que lo mejor siempre se deja para el final y yo os diría que Angela Merkel es la mujer más fascinante de nuestro tiempo, si no dudara que realmente es una mujer. El Kaiser alemán mandó hace unos días a sus “boys” desvalijar una pequeña finca en el mediterraneo llamada Chipre. Ella quería tener las arcas llenas para entrar en el Vaticano como la más rica del cementerio. Y lo consiguió, sabe Dios que sí. No le quedó nadie por saludar, porque todos le rindieron pleitesía. Todos, menos Letizia. Nuestra futura soberana sabe que una es princesa para siempre y que los cancilleres vienen y van. Las instantáneas de la cumbre germano-española al más alto nivel ya han dado la vuelta al mundo y seguro que España ha visto su posición fortalecida ante la intensa mirada- y que miradas le echaba- de la alemana. Y es que lo que no consiga Corinna, lo consigue Letizia. Que buen ojo tiene Don Felipe, y que malo lo tuvo su padre. Seguro que pronto notamos los efectos. Que rule el crédito, que gracias a Letizia, sigue pagando Alemania.

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