Esta bien, si hasta Candela Peña ha reconocido tener prejuicios ante Isabel Coixet, es normal que tú los tengas. La Coixet es la típica figura del cine español que, con razón o sin ella, cae mal. Uno se la imagina siempre en esa fina linea que separa el drama cool de la profundidad de anuncio de compresas. Siempre con esa pose tan izquierdosa y de gafapasta trasnochada. La pobre mujer siempre será el blanco perfecto de derechosos como Adriano Silva, pero…¿se merece Isabel tantas críticas?
Fui al cine reflexionando sobre esa pregunta. Uno no tiene demasiado en que pensar así que me divierto rumiando las más absurdas propuestas. Nunca había visto ninguna película de la Coixet, y lo digo sin el mas mínimo orgullo. Por una cosa o por otra siempre había dejado de lado sus películas, o no era el momento o, cuando lo era, no las tenía a mano.
Las críticas previas que había leído sobre la película hacían temer lo peor, que nos encontrábamos ante un film excesivamente dramático, teatral y con interpretaciones impostadas… Me hubiera gustado entrar virgen al cine, pero mi jefe en Amenzing es un ruin y no me invitó al preestreno, así que nada, decidí ir al cine dispuesto a hacer la post-crítica; un nuevo género que me he inventado y que consiste en hacer una crítica días después de haberse estrenado la película, que nos estamos acostumbrando demasiado a la pre crítica y a veces las películas necesitan su ritmo: su «tempo»
Pero voy a la pregunta del título, que me he enrollado, veamos…¿es tan mala? no, absolutamente no. Es verdad que es una película que necesita una predisposición especial por parte del espectador. No es un film fácil y más después de estar acostumbrados a los frenéticos montajes del cine actual. Podría ser, sin añadir ni quitar nada, una obra de teatro; y eso es bueno y malo. Es bueno si entras en su juego, tienes el día bueno y, sobre todo, tienes paciencia. Es malo si entras con prisas y con ganas de que te ametrallen con imágenes y montaje acelerado.
Toda la película son dos personajes, los de Candela Peña y Javier Cámara. Aquí he de reconocer que la Coixet ha sido muy lista. No hubiera sido lo mismo si los protagonistas hubieran sido unos desconocidos o los habituales indies. Los dos actores dotan de cercanía y simpatía a una película que, con otro casting hubiera sido demasiado fría y dura. Es posible que, con otros actores, la película hubiera sido mas realista, pero Javier y Candela llevan muchos personajes entrañables y queridos a sus espaldas, lo que hace a la película más cinematográfica, más «cañí» y más accesible.
Los dos personajes se hayan en medio de una crisis doble, la personal y la del país, dos realidades que se entremezclan. A los más anti denuncia social este rollo les tirará para atrás, pero he de decir que está muy bien llevado y le da una atmósfera muy post apocalíptica a la película. La España que se entrevé a través de los diálogos, decorados y de los telediarios en off, es una España demasiado real, y eso duele, y más cuando ves la película en unos cines completamente vacíos como la vi yo. Eso si que son tres dimensiones y lo demás son tonterias.
Un consejo: dale una oportunidad a la película, olvídate de la cara de Isabel al recoger sus Goyas y pasa de las palabras de Candela en la pasada temporada de premios si todo eso tegenera animadversión. Si tienes ganas de ver una película sobre el paso del tiempo, la recuperación humana ante la tragedia, sobre esos momentos de iluminación que todos tenemos y nos hacen pasar página ante el dolor, vete al cine, que en estos tiempos de pirateo y dvd´s, es lo mas transgresor que puedes hacer.
LO MEJOR: Candela Peña. Más humana y entrañable imposible.
LO PEOR: Ciertos detalles «esteticistas» de la película. Planos en blanco y negro o demasiado estilizados que no vienen a cuento y te sacan de la película.
EL PLANO: El plano final. Todo el dolor de dos horas de película concentrado en unos segundos.
EL ESCENARIO: Casi toda la película fue rodada en el cementerio de Igualada (Barcelona). Enclave de gran prestigio arquitectónico, que en la película simula ser un hospital semi abandonado a causa de la crisis.