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Jorge Javier desvela de qué ha sido operado

Jorge Javier Vázquez ha contado a través de la revista Lecturas cuál ha sido el motivo de su ingreso y operación de carácter urgente. El presentador sufrió un ictus, un accidente cerebrovascular. Así comienza su relato:

«El martes comienza a dolerme la cabeza. Poco. Lo achaco al cansancio. El miércoles por la noche me voy a la cama con un dolor que empieza a ser insufrible. Durante el jueves el dolor va y viene de manera intermitente y lo paso mal durante la gala: no puedo elevar la voz porque me retumba de manera insoportable en la cabeza. Al acabar estoy a punto de ir a urgencias, pero pienso que si duermo me despertaré mejor al día siguiente. No es así.»

Continúa: «Me despierto el sábado sobre las seis de la mañana. Qué mala hora para que te asalten los pensamientos negativos. Pienso en el tumor que mató a mi padre y a su tía. Total que a las doce del mediodía no aguanto más y me planto en urgencias. Calman mi dolor y me hacen un escáner. Ven una manchita en el cerebro que puede ser un problema bascular congénito. Pregunto por lo del tumor. Lo descartan. Qué alivio. Me recomiendan hacerme una resonancia para descartar cualquier problema importante, pero los sábados no las hacen y tengo que quedarme ingresado para estar controlado».

Prosigue: «El lunes por la mañana me hacen la resonancia y detectan una manchita de sangre que es la que está provocando el maldito dolor. Suben los médicos con los resultados. Que me tienen que hacer un cateterismo para descartar complicaciones. Que en el peor de los casos hay que operar. Pasé la noche en la UCI. Que me tuvieron que operar de urgencia. El doctor me dijo que había visto algo gravísimo. Que teníamos que operar ese mismo día, lo antes posible. Que si no hubiera acabado de desayunar a las doce se ponían ya manos a la obra, pero por culpa de eso tenían que esperar. Diagnóstico: aneurisma congénito que ha desembocado en una pequeña hemorragia. Ha sido leve. Podría haber sido peor. Muchísimo peor. Viene a verme Adrián. Y me dice: “No le he contado nada a la Esteban y al despedirme ha adivinado que venía a verte. Que te diera esto”. Yo ya sabía lo que era: la imagen de San Judas Tadeo que siempre lleva consigo. La suya propia. Tengo la estampa en mi mesilla de noche.»

Me despierto en la UCI tranquilísimo: todo ha ido bien. A falta de uno me han colocado dos stent. Entra P. y justo después Paolo. Agradezco muchísimo su visita y se lo demuestro, yo que soy tan parco. Pasan también Cristina y Alberto. Al día siguiente me despierto como si no hubiera pasado nada y mi cuñado Eduardo me cuenta por qué mi madre estaba tan intranquila: me operaron el mismo día que hace ya veintitantos años operaron a mi padre del tumor que se lo llevó por delante. Para que luego diga Adrián que no existe el más allá»

Puedes leer el texto completo en la Revista Lecturas.

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