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Música

Qué hay detrás de la polémica del Sónar 2025

El Sónar Festival ha sido objeto en los últimos días de una oleada de críticas oportunistas en redes sociales que lo acusan, de forma indirecta, de tener vínculos “proisraelíes”. ¿El motivo? Una compleja cadena de asociaciones empresariales que vincula a una de las empresas accionistas del festival con un portal inmobiliario israelí, Yad2, señalado por permitir anuncios de viviendas en asentamientos ubicados en territorio palestino ocupado.

El origen de la polémica: Yad2 y Axel Springer

El detonante de las acusaciones es que el fondo de inversión internacional KKR & Co. Inc., accionista mayoritario de Axel Springer SE, también es propietario de Superstruct Entertainment, la compañía que controla numerosos festivales de música en Europa, entre ellos el Sónar o Sziget (que también nos encanta)

Axel Springer, a su vez, posee el portal israelí de anuncios clasificados Yad2, que ha sido criticado por permitir la publicación de propiedades inmobiliarias en asentamientos israelíes en Cisjordania, ilegales según el Derecho Internacional. Esto ha bastado para que algunos usuarios en redes sociales acusen al Sónar de complicidad o connivencia con las políticas del gobierno israelí.

Desde el punto de vista técnico, jurídico y empresarial, se trata de una asociación indirecta, forzada y malinterpretada, cuando no malintencionada por parte de otros interesados

  1. Sónar no depende operativamente de KKR ni de Axel Springer. Es un festival gestionado de forma autónoma por su equipo directivo, con total independencia editorial y curatorial.
  2. KKR es un fondo global con inversiones en más de 200 empresas de sectores diversos, desde tecnología a salud, pasando por logística, seguros o medios. Tener participación en una firma que, a su vez, tiene otra firma que gestiona un portal inmobiliario israelí no implica control, ni complicidad, ni alineamiento político.
  3. Yad2 no es una entidad gubernamental israelí, sino una plataforma de clasificados donde los usuarios publican libremente sus anuncios. La polémica sobre los asentamientos tiene que ver con políticas de moderación de contenidos en esa plataforma, no con decisiones de KKR ni de Sónar.
  4. Sónar no recibe dinero, ni directa, ni indirectamente del Gobierno de Israel.

La respuesta del festival

El equipo de Sónar ha publicado un comunicado oficial en el que reafirma su compromiso con la diversidad, la inclusión, la libertad de expresión y los derechos humanos universales. El texto concluye con una condena explícita a todo tipo de violencia y una reivindicación de su papel como plataforma cultural abierta y plural.

“Desde su fundación hace más de 30 años, acogemos expresiones culturales locales y globales que tienen en Sónar su espacio natural para proyectar la voz de sus comunidades”, señala el comunicado.

Una acusación desinformada

La polémica refleja cómo, en el ecosistema de la economía global, es fácil construir narrativas conspirativas a partir de cadenas societarias mal entendidas. Confundir una inversión financiera con una adhesión ideológica, o atribuir a una entidad cultural responsabilidades sobre las decisiones editoriales de una web de clasificados, es una extrapolación que no resiste el más mínimo análisis jurídico ni ético.

Acusar al Sónar de ser “proisraelí” por el simple hecho de estar dentro del portafolio de una empresa participada por un fondo que, a su vez, tiene acciones en otra empresa con una web inmobiliaria en Israel, es no entender cómo funciona el mundo corporativo ni cómo se estructura la propiedad en la industria cultural actual.

El Sónar Festival sigue siendo una plataforma cultural comprometida con la libertad, la creación y los derechos humanos. Las acusaciones que intentan politizarlo desde la desinformación no hacen sino perjudicar el tejido cultural independiente que precisamente más necesario se vuelve en contextos de polarización.

El Sónar se celebra el fin de semana del 12 de junio.

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