¿Puede haber peor trabajo que ser la ‘criada’ de un dictador como Hitler? Pues seguramente pocos. Este era el trabajo de Elisabeth Kalhammer, una austriaca que sirvió a Hitler durante años y que cuenta en sus memorias cómo era servir al genocida.
– Solía dormir hasta las 2 de la tarde y ese fue uno de los problemas del Día D, cuando sus asistentes militares no se atrevieron a despertarle con la noticia del desembarco.
– Solo bebía agua caliente «Hitler seguía una estricta dieta para la que tenía a su propia cocinera y sólo bebía agua caliente. Pero bien entrada la noche, Hitler se escapaba hasta la cocina donde no podíamos dejar sin preparar uno de los esos ’pasteles del führer’: un pastel de varias capas de manzana con nueces y pasas»
– El 14 de julio de 1944 fue la última vez que vieron a Hitler en Berghof, seis días antes del atentado del Coronel Claus Schenk Graf von Stauffenberg, el de la operación Walkiria, del que salió ligeramente herido y del que se acaban de cumplir 70 años. «A partir de ese momento, creció el nerviosismo en Berghof y los trabajadores debían comenzar a llevar los tesoros de Hitler al bunker para el que había que bajar 95 escalones. Para que no saliéramos huyendo nos contaban que los negros venían a cortarnos el pelo y a violarnos» Sin embargo, ella desobedeció la orden y huyó. Con ayuda de una amiga llegó dos días antes del final de la guerra a casa de su madre.
Periodista y Graduado en Derecho. Experto en televisión, música y cine. Ha escrito en los principales medios de España y publica en Internet desde 2007.