Una ciudadana se quedó estupefacta esta semana cuando fue a renovar su pasaporte a una oficina de Policía de Madrid. Estaba imprimiendo sus huellas dactilares en la máquina cuando la funcionaria que la atendía le dijo: “Oiga, tengo estas papeletas que estoy vendiendo para el viaje de estudios de mi sobrino, vale un euro cada una”.
La ciudadana, sorprendida por ese tipo de ofrecimiento desde un puesto de trabajo del Estado, le compró una papeleta pero cuenta que la funcionaria incluso le dijo “¿No se quiere llevar otra?”
“No es que me parezca mal que una persona ayude a un familiar vendiendo papeletas para el viaje de Fin de Curso pero me sentí algo “acorralada” y no sé si es del todo correcto que eso se haga desde un cargo público. Creo que si criticamos a los altos cargos públicos por aprovechar sus puestos para otros menesteres también debemos cambiar desde los cargos más cercanos a la ciudadanía y ceñirnos estrictamente al trabajo del cargo”, nos ha contado la compradora de la papeleta.
¿A ti que te parece? Los números y nombre del colegio se han pixelado porque tampoco se quiere meter en un lío a la funcionaria que las ha vendido.

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