1.Los carritos de la compra.
No suelen ser muy rápidos. Ir despacio aumenta las posibilidades de que ponga su vista en productos que, a priori, no pensaba adquirir. En general, la mayoría se desvían ligeramente hacia la izquierda. Esto obliga a sujetarlos con la mano zurda, por lo que la derecha queda libre para alcanzar holgadamente los artículos. Igualmente, se utilizan distintos tipos de suelos para que el carro se acelere o se detenga al llegar a determinadas zonas.
2.Música.
El hilo musical de los almacenes puede alargar o reducir inconscientemente el tiempo que un consumidor transita por los pasillos de la tienda. Una melodía apresurada incita al cliente a hacer sus compras de manera rápida e irreflexiva. Por el contrario, cuando hay menos personas se opta por notas más relajantes.
3.La iluminación.
Fundamental en secciones perecederas, como la pescadería, la carnicería o los lácteos. Utilizan luces fluorescentes para dar a los alimentos sensación de frescura.
4.Cola en la caja.
Mientras espera para pagar, el supermercado le tienta con productos golosina. Utensilios cotidianos como pilas, que siempre hacen falta, o dulces como chicles, que siempre apetecen. Un as en la manga de los comercios ya que estos suelen tener un precio elevado.
5.Descolocación.
Cada pocos meses la distribución del supermercado se modifica. El usuario, cuando entra, tiene trazado un itinerario en su mapa mental. Y de repente cambia. Algunos psicólogos creen que es una táctica para que el cliente se pierda y así pase más tiempo por los pasillos, observando nuevos artículos.
6.Precios psicológicos.
Un céntimo de euro es la diferencia entre adquirir un producto o pasar de largo. Los consumidores nos fijamos en la primera cifra del coste. Un artículo que cuesta 4,99 euros se visualiza como 4 y no como 5. Un truco muy utilizado pero que sigue funcionando.La baza de los más pequeños. Los supermercados son conocedores del poder que tienen los hijos para convencer a sus padres. Por ello, cereales, juguetes o chucherías se colocan a la altura de los ojos de los niños.
7.»La compra a casa, gratis».
Este servicio, muy ventajoso a veces, implica efectuar una compra de un valor mínimo. Le puede hacer desembolsar más dinero del pensado. Si quería gastarse 40 euros y la compra mínima es de 50, el supermercado consigue sacarle los 10 restantes.
8.Panadería.
No es casualidad que el pan se venda a la entrada del supermercado. Quieren conquistar al consumidor por el olfato ya que este sentido está relacionado con el apetito. Es decir, oler a comida nos da ganas de comer. «Está demostrado que comprar con hambre incrementa el número de productos adquiridos», matiza Lladó, quien añade que una mujer adquiere más sola que con su marido, pero menos en solitario que con una amiga. «Y, desde luego, mucho menos cuando va con niños».
Periodista y Graduado en Derecho. Experto en televisión, música y cine. Ha escrito en los principales medios de España y publica en Internet desde 2007.