Greta Thunberg ya está llegando a Lisboa en barco tras más de dos semanas de travesía por el Océano Atlántico y los medios de comunicación ya están frotándose las manos porque la joven de 16 años es una mina de tráfico digital por ambos lados del espectro ideológico.
Lo más chocante está siendo la insistencia que están teniendo en criticar abiertamente a la joven sueca algunos comunicadores como Carlos Herrera que incluso ha llegado a llamarla “perturbada”. Frank de la Jungla, por su parte, ha hecho un vídeo en el que ridiculiza la figura de Greta Thunberg y la llama ‘Gretus Amargatus’.
Ana Rosa Quintana, por su parte, ha comentado esta mañana en tono jocoso que el barco en el que estaba llegando a Lisboa usaba combustible para luego ponerse seria y decir que está a favor de la cumbre pero en contra de “la utilización de esta niña”. Y este es el argumento más usado por este grupo de comunicadores que incluye también a Federico Jiménez Losantos que directamente dijo “está loca”.
Parece que se les olvida que se trata de una menor de edad, una niña de tan solo 16 años. Es entendible que les pueda caer mejor o peor pero ¿por qué este lenguaje dirigido a una niña que lo único que hace es explicar sus argumentos e ideología sobre el cambio climático?
En el caso de que esté siendo utilizada por poderes económicos como ellos dicen: ¿sería culpa de la niña? ¿se merece este tipo de trato? Y por otro lado: ¿el cambio climático es el nuevo nazismo o qué pasa? Porque se está hablando de reducir emisiones y tratar de conseguir un ecosistema sostenible, no de quemar iglesias ni de matar a bebés.
¿Por qué no critican a la Infanta Leonor?
Los mismos que llaman a Greta “perturbada”, “loca”, “utilizada” o “amargada” no parecen tener ningún problema con que la Infanta Leonor de 14 años desempeñe sus labores como Infanta y hasta donde sabemos, la finalidad de los trabajos de la Infanta es perpetuar la institución de la Monarquía (que no vamos a entrar en el debate de Monarquía sí o no) por lo que se podría interpretar que técnicamente cumple las mismas características que Greta.
Y por ejemplo, han criticado que Greta se siente en un sillón de 6.000 euros pero no critican que Leonor viva en un palacio y forme parte de una institución que tiene un coste de mantenimiento de varios millones de euros al año.


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