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Los 10 tipos de clientes que más sacan de quicio a los hoteles

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La empresa JetCost ha realizado un estudio para determinar cuál es el tipo de cliente qué más enerva a los hoteleros.

1.El listillo
Este tipo de cliente, suele asegurar que hizo su reserva con el tiempo suficiente, a un precio más que razonable, el único problema es que no conserva el justificante ni el recibo y exige igualmente que se le respeten las condiciones, o que se el garantice la reserva, a pesar de que el hotel pueda estar completo.

2.El ligón o la ligona
El ligón o ligona, tiene como principal actividad vacional tratar de mostrar sus artes de seducción a recepcionistas, camareras, limpiadoras, responsables del servicio de habitaciones… y, naturalmente, su equivalente en masculino, tanto por parte de clientas como por clientes. Un truco frecuente que los hoteleros han contado a Jetcost es intentar seducir al servicio de habitaciones o de mantenimiento, envuelto en un ligero albornoz o con una toalla en la cintura… porque ha habido una avería en la ducha.

3.Los sucios o improcedentes
Este tipo de clientes suelen utilizar los elementos que proporciona el hotel para cualquier otra función; desde las colchas o las sábanas para limpiar el barro de los zapatos, las toallas para secar el suelo del agua derramada en la ducha, hasta los rollos de papel higiénico para embalar los objetos delicados que ha comprado…

4.El aprovechado
El aprovechado lleva comida y bebida a la habitación o incluso la ordena por teléfono a un establecimeinto de restauración con servicio a domicilio. Seguidamente, suele pedir o coger los cubiertos, los vasos, el hielo y las servilletas del restaurante. Y, además, deja los restos de la pizza o de la comida china en sus cartones en medio de la habitación… o los saca al pasillo.

5.El «sordo»
Se caracteriza por poner el volumen de la televisión o la música pensando que es el único huésped del hotel. También, suelen darse episodios en los que este tipo de clientes habla por el móvil como si no tuviera teléfono y tuviera que comunicarse a gritos. Este último modelo también suele ser frecuente en los trenes, pese a la recomendación de hablar en las plataformas.

6.El «abstemio»
El abstemio, que nunca bebe nada del minibar, aunque en el recuento falten varias bebidas o aunque en algunas de ellas hayan sido sustituidas el licor por otros líquidos de similar color. Los problemas con esas cuentas que casi nunca se pagan han hecho que en muchos hoteles el minibar esté vacío y haya que solicitar que se llene en recepción, con el consiguiente incordio para el cliente que no puede utilizarlo cuando así lo desea.

7.El bromista
El bromista suele colgar en el picaporte de la habitación de un amigo o un desconocido una exagerada petición de desayuno al servicio de habitaciones, con frecuencia a una hora muy temprana, que no solo sorprende y molesta al usuario de la habitación víctima de la broma sino que, además, genera un gasto que tanto el cliente como el hotelero se niegan a asumir.

8.El «guarro» o el súper limpio
El guarro, o súper limpio, según se mire, que utiliza tres o cuatro toallas para una sola ducha y las deja tiradas en el suelo, esperando que se las cambien puntualmente. Todos los hoteles indican en el cuarto de baño el enorme gasto de agua, detergente y energía que supone lavar tantas toallas sin ser necesario, y su efecto sobre el medio ambiente.

Ante esta situación, que lejos de ser solo incómoda para el personal del hotel es perjudicial y costosa para el planeta, Jetcost propone que esto se remedie mediante un descuento en la factura si no se usan tantas toallas; probablemente muchos clientes se concienciarían más.

9.El tragón
El huesped tragón se carazteriza por llenar a rebosar el plato en el buffet y luego dejar casi todo sin tocar, e incluso volver a por más comida. Complementa este modelo el que se prepara diversos bocadillos para el resto del día o se lleva los tarros de mermelada y miel. O incluso los saleros…

10.El inocentón
Educado y obediente, eso sí. Es un caso real, aunque desde luego no frecuente. Según Jetcost, un cliente llamó a la recepción de su hotel en Edimburgo para que le dieran instrucciones sobre cómo salir de su habitación. El recepcionista dijo que solo había una puerta en la habitación y esa era la salida. «Sí –respondió el cliente– pero tiene colgado un letrero que indica: No molestar».

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