Esta semana viene repleta de noticias sobre una de las carrozas que desfilará con motivo de la Cabalgata de Reyes del barrio de Vallecas y todas incluyen una palabra: Drag Queen. Se refieren a La Prohibida pero algunos medios ni siquiera dicen cómo se llama. Los que incluyen su nombre lo hacen casi de forma casual. Se les olvida comunicar que La Prohibida tiene tres discos de estudio y que solo con sus 10 canciones más escuchadas en Spotify acumula más de 2 millones de reproducciones.
El tema está resultando más espinoso de lo que en principio se podía presuponer teniendo en cuenta que estamos ya en 2018. Por una parte se puede llegar a entender, con mucha manga ancha, que haya gente que leyendo un titular como el del diario El Mundo pueda llegar a pensar que hay un colectivo empeñado en destrozar y humillar a la Navidad, pero por otra no podemos dejar de quedarnos sobrecogidos por el nivel de discriminación que recogen las críticas hacia la iniciativa. Como con cualquier noticia, hay que leer un poquito más allá del titular y la intención de cada medio.
¿Por qué se señala solo a «la Drag Queen» en los titulares y apenas se nombra a las otras dos componentes de la carroza? ¿Es porque «la Drag Queen» es un hombre vestido de mujer? ¿Creen los críticos de la iniciativa que La Prohibida es una máquina de propaganda que va a convertir a todos los niños del Barrio de Vallecas en travestis?
Lo peor es que, aunque «la Drag Queen» sea la víctima de todas las críticas, el ataque va también dirigido al hecho de que haya una referencia femenina sobre el concepto de los Reyes Magos. Y no es que queramos poner en duda la historia que cada quién quiere creer, pero espantarse por hacer una versión femenina de unos personajes literarios (que ni siquiera aparecen específicamente en La Biblia) es bastante indicativo de la maraña de prejuicios que a día de hoy están más vivos que nunca.
Y luego está la utilización política de todo el asunto, porque una vez más, cada agrupación política se toma la confianza de apropiarse o contrariarse con asuntos LGTBI como si estos tuvieran un único color ideológico, y se vuelven a olvidar de que la población LGTBI es tan plural como el resto de la sociedad.
La polémica, como todas, ya ha sido rebatida con nuevos argumentos: si hay personajes con licencia comercial como Bob Esponja, Dora La Exploradora o empresas de seguros que se publicitan en el desfile: ¿por qué no puede ir un artista travesti? En resumen: lleva a tus hijos a donde a ti te parezca bien que ya te dirán ellos de mayores si tuvieron una infancia feliz o reprimida.
Otro día hablamos de la auto censura de los medios y su corrección política al evitar a toda costa escribir la palabra TRAVESTI, que sustituyen con ‘drag queen’.
Periodista y Graduado en Derecho. Experto en televisión, música y cine. Ha escrito en los principales medios de España y publica en Internet desde 2007.