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Una reflexión sobre «lo de Ciudadanos» en el Orgullo

La manifestación del Orgullo de este año en Madrid se realizó el pasado sábado y sufrió anomalías que no recordamos haber vivido en todos los años que hemos asistido. Las horas pasaban y las carrozas no aparecían. Los escenarios colindantes a la manifestación se mantenían apagados y en silencio y comenzaban a correr rumores que más tarde hemos podido contrastar: «Ciudadanos ha parado la manifestación» era el que más se escuchaba. Y efectivamente, más o menos, así había sido.

Hace unas semanas ya se vieron pintadas al autobús de Ciudadanos en el Orgullo de Barcelona y fueran muchas asociaciones LGTB las que condenaron esos hechos. A nadie nos parece bien que se use la violencia. En principio tampoco fuimos partidarios de prohibir la asistencia a ningún partido a la manifestación del Orgullo, que venga quien quiera y que cada uno saque luego sus propias conclusiones. Que venga incluso el PP o VOX si quieren, ellos mismos quedarían expuestos ante la opinión pública con sus actos.

Que no seamos partidarios de prohibir la asistencia, (en principio, porque visto lo visto…) no quiere decir que no comprendamos e incluso compartamos los motivos de las asociaciones que «prohibieron» la carroza de Ciudadanos, porque en realidad ni siquiera fue una prohibición. Se condicionó la participación a la firma de un decálogo que Ciudadanos tildó de documento político. El decálogo es el siguiente:

 

Como ves, el decálogo es casi un documento naif, pero claro, incluye un punto que Ciudadanos no iba a poder cumplir: el de pactar con ideologías de ultraderecha para gobernar. Porque sí, aunque Ciudadanos diga que no ha pactado con ideologías de ultraderecha, que solo lo ha hecho con el PP y que luego otros partidos han refrendado ese acuerdo, todo el mundo sabe «the damn truth», como diría Madonna en ‘God Control’. Entonces ¿por qué se empeñan en ese cinismo? ¿Por qué por lo menos no son claros y dicen: sí, hemos pactado con ellos pero tranquilos que vamos a velar por vuestros derechos? Aunque sea mentira, vamos…

Lo que vino después fue ya el espectáculo más ridículo que hemos visto en mucho tiempo en política. Inés Arrimadas con un ‘acting’ de película en la puerta del Congreso haciendo una comparecencia de prensa cuando ni siquiera había terminado la manifestación. Al día siguiente, casualmente, tenía otra rueda de prensa para hablar sobre gestación subrogada. El victimismo que han mostrado es delirante, poniéndose ellos en el foco de un día en el que se reivindicaban otras cosas. Escribiendo mensajes en Twitter que parece que hayan estado en Afganistán. En definitiva, como diría Noemí Argüelles: «Jascad, ridículas». ¿Y por qué ridículas? Porque han querido anteponer su estrategia política al propio significado de la manifestación.

Muchos han dicho que Ciudadanos fue a provocar, con una estrategia parecida a la que utilizaron en Alsasua, y sería muy inocente pensar que tras no haber suscrito el decálogo de mínimos ellos pensaran que iban a ser recibidos con aplausos y vítores. Evidentemente ningún acto de violencia está justificado y no defendemos que se les insulte o agreda, de la misma manera que ellos tienen que ser consciente de que la violencia no es solo verbal o física, también es psicológica, y ellos como partido que se niega a firmar un decálogo de mínimos en materia LGTBI y como partido que está haciendo pactos directos, indirectos o del tipo que sean, con otras formaciones políticas claramente contrarias a los derechos LGTB, tienen que comprender que haya gente que se sienta violentada por sus actitudes.

Ciudadanos parece desde hace tiempo haberse convertido en un ‘Catch All Party’, buscando causas que les puedan ser rentables electoralmente pero que en algunos casos parecen poco coherentes si se relacionan entre si. Por otro lado, es bastante ridículo también la dimensión que le han dado a lo que sucedió en la manifestación del Orgullo. Tal y como lo relatan ellos parece que hayan estado en la guerra de Vietnam y lo que se ve en los vídeos que circulan por internet son cuatro gritos e insultos que, por supuesto, no justificamos. Pero de ahí a lo que pintan hay todo un mundo.

Quizás deberían revisar su estrategia política porque desde luego no les favorece nada en lo que al Colectivo LGTBI respecta haber eclipsado por completo la manifestación en los medios y haber dado una imagen de zona de guerra que, de verdad, no era así. Vimos cientos de miles de personas celebrando y reivindicando sus derechos y todo lo que ha salido en los medios ha sido el show victimista de Inés Arrimadas y sus 20 o 30 acólitos.

Por cierto, que a Inés se la veía encantada con todo lo que estaba sucediendo:


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